RELATO ERÓTICO: Marta y Manuel (1ª parte)

por Saciasexblog
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RELATO ERÓTICO:
«MARTA Y MANUEL» (1ª parte)


Marta y Manuel llevaban 15 años juntos. Eran felices y tenían dos niñas gemelas de 10 años. Buenos trabajos y una vida social activa, pero sin agobios.

Pasaban mucho tiempo en familia. Pero también eran amantes desde hace 15 años y esa era una faceta de su relación que nunca habían descuidado. Eran sinceros el uno con el otro, tenían mucha confianza y lo hablaban todo. Una noche, tumbados en la cama, Marta se decidió a contarle a Manuel lo que le rondaba por la cabeza.

– Cariño.

– Dime.

– Quiero hablarte de algo que me ronda últimamente por mi cabecita loca.

– Claro cielo, cuéntame.

– Sabes que sexualmente soy una mujer completamente satisfecha y feliz con su amante. Me haces gozar, reír, disfrutar, descubrir cosas… no me puedo quejar.

– Me alegro por la parte que me toca. Gracias por tus cumplidos.

– Son más que merecidos mi amor, pero, ¿sabes qué me pasa últimamente?

– No, dime.

– Me cuesta un poco decírtelo.

– Mujer, ¿a estas alturas te da vergüenza?

Se ríen los dos.

– También es verdad, dijo Marta – a buenas horas. Mira, últimamente me da mucho
morbo el tema de los intercambios de parejas, tríos, locales liberales…

– ¡Mira la mosquita muerta!

Ríen.

– No sé, pero me excita la idea de hacer algo con gente añadida. No sé si sería capaz de hacerlo en la realidad, pero la idea me excita cada vez más y no es porque no esté satisfecha, sabes que no es por eso. Creo que quiero probar llevar esta relación a otro nivel, y si lo probamos y no nos gusta, pues ya está, a otra cosa.

– No sé qué decir –contestó Manuel – me has pillado desprevenido.

– Lo sé y lo siento. No hace falta que me digas ahora nada, piénsalo y otro día lo
hablamos si quieres. Pero no quiero forzarte.

– Tranquila, no te preocupes.


Pasaron 2 días y otra vez los dos estaban tumbados en la cama, por la noche. Fue Manuel el que inició la conversación.


– Cariño.

– Sí mi amor.

– He estado hablando con Luís, un compañero del trabajo que yo ya sabía que era swinger. Él hace intercambios con su pareja y todo eso. Pues resulta que el espabilado tiene una empresa online que organiza orgías. Y no le va mal el negocio por lo que me ha contado. Pero bueno, al grano, me ha dicho que si queremos probar cosas con otra gente podemos ir a una orgía de las suyas, que nos invita. O si lo preferimos, podemos ir por separado cada uno a una orgía distinta.

– Puf, a ver, a ver… – resoplaba Marta – es mucha información. Es decir, podemos ir juntos a una orgía o cada uno a una orgía distinta por separado, ¿verdad?

– Eso es. ¿Tú qué modalidad prefieres?

Marta mira Manuel en silencio y pasan unos segundos. Finalmente habla ella.

– Me vas a matar.

Manuel se ríe.

– Eres la mejor. No me digas más, cada uno una distinta, ¿verdad?

– Sí, lo prefiero así. No sé por qué y sí sé por qué.

– A ver, aclárate.

– Creo que en el fondo me da vergüenza estar con otro delante de ti. Prefiero ir sola y que tú disfrutes solo. Luego si quieres nos lo contamos a ver qué tal.

– Vale – contestó Manuel – solo una condición.

– A ver, pide.

– Cada uno le escribirá una carta al otro contándole cómo le ha ido. Hasta que no las escribamos y las leamos está prohibido hablar del tema. ¿De acuerdo?

– Sí, me parece muy buena idea.

Manuel cogió una tableta y la encendió.

– Vamos a entrar en la web de Luís y nos apuntamos.

– Vale.

– Eso sí, obligatorio presentar análisis de venéreas y VIH de menos de un mes de antigüedad.

– Claro, pedimos cita y no las hacemos.

Se registraron en la web y consiguieron inscribirse en dos orgías el mismo día en distintos lugares. Sería dentro de 15 días. La de Manuel sería en un apartamento en la playa y la de Marta en un chalet de una urbanización bastante lujosa.

La noche antes del día señalado, los dos, como de costumbre, hablaban en la cama al final del día. Marta preguntó.

– ¿Estás nervioso?

– Un poco sí.

– ¿Un poco? Yo estoy hecha un flan.

Marta se abrazó Manuel, que le hablaba dulcemente para tranquilizarla.

– Tranquila, relájate. Disfruta de tu fantasía, yo intentaré hacer lo mismo. No te preocupes, lo vas a pasar muy bien, seguro.

– Espero que tú lo pases muy bien también. Ya que te he metido en esto, por lo menos que disfrutes. Tú no te cortes mi amor, aprovecha la ocasión y disfruta al máximo. Oye, ¿hacemos una cosa?

– A ver, ¿qué cosa?

– Yo te visto para la orgía de mañana y tú me vistes a mí. ¿Qué te parece?

– Muy buena idea.

Y llegó el día. A las 23.00h. cada uno estaría en su destino. Se ducharon, Marta repasó sus depilados, Manuel se afeitó… Marta cogió de la mano a su marido y lo llevó al armario de la habitación.

– Bueno, empiezo yo. Boxer negro ajustado, calcetines negros, traje negro ceñido con chaqueta, camisa color vino, corbata fina negra con rayas, zapatos negros y el reloj.
¿Qué tal?

– Genial, sabes que me encanta ese traje. Ahora yo. Tanga, sujetador y medias blancas con algo de encaje. Pantalón azul pirata ajustado, zapato negro de tacón un poco ancho y no muy alto, camiseta de tirantes muy ajustada azul claro y con pedrería, pendientes largos y un collar y tobillera a juego.

Pelo suelto, uñas de manos y pies pintadas de azul, maquillaje suave, sexo depilado y reloj en la muñeca. ¿Y bien?

– Me encanta. Buena elección. Por cierto, ¿llevo el sexo lo suficientemente depilado? Marta se quitó el albornoz y se sentó desnuda en el borde de la cama, abriendo las piernas.

– Bueno, haría falta la prueba de la aspereza –dijo Manuel-. Marta ponía voz de niña inocente y pasaba un dedo por sus labios verticales.

– ¿Es esa prueba que me hace usted con la lengua cada vez que me detiene, señor agente?

– Sí, es esa prueba.

Manuel se arrodilla ante sus piernas y para su lengua despacio pero haciendo presión, desde abajo hasta el clítoris. Pasa su lengua por los labios, por el monte de Venus, revisa todo el sexo de Marta. Se levanta y la mira.

– Ha pasado satisfactoriamente la prueba, como siempre.

– Muchas gracias señor agente.

– Ahora vístase, que llegará tarde.

Acaban de arreglarse y se despiden con un beso apasionado, pero sin decir nada. Cada uno coge su coche y se marcha.

A las 2 de la madrugada Marta escribió un mensaje a Manuel diciéndole que ya iba para casa. Cuando aparcó en el garaje, Manuel le contestó diciendo que él también iba a casa.

Marta estaba en la cama, se había quitado la ropa, menos las bragas. Llegó Manuel y Marta se levantó, y arrodillada en la cama lo abrazó y le dio un beso.

– Hola mi amor, no preguntes y hagamos el amor por favor.

– Claro mi vida, pero nos duchamos antes.

– De acuerdo.

Se ducharon e hicieron el amor y se durmieron. A la mañana siguiente, cada uno, después del desayuno, cogió papel y boli y escribió. Tenían la oportunidad de dedicar tiempo a estas cosas porque ese fin de semana las niñas estaban en el pueblo con los abuelos. Antes del mediodía ya tenían cada uno su carta.

– Si quieres comemos y después nos intercambiamos las cartas y las vemos –dijo
Marta –

– De acuerdo –contestó Manuel.

Comieron y se intercambiaron las cartas. Se dieron un beso y se separaron. Marta se fue a la cama y Manuel al sofá.

Manuel abre la carta de Marta…

SEGUNDA PARTE

 

Escrito por BRAINSHOT

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